Eiliant
Fue al salir de casa esta mañana temprano. Era imposible no verlo porque ocupaba todo el horizonte en la dirección que me disponía a tomar, brillantemente coloreado, casi sólido.
Más arriba, a distancia prudencial, su reflejo tenue en púrpura y verde pino, se arqueaba nítido en la base, pero diluyéndose poco a poco hasta desaparecer hacia la mitad del arco.
Sentí unos irrefrenables deseos de echar a correr hacia el final del arco iris.
Entonces, cuando ya tomaba impulso, se marchitó, herido de muerte por la plena luz del sol. Primero desapareció el reflejo, luego perdió brillo y casi en un suspiro empezó a perder también color.
Hasta que no quedó nada.