Tengo una amiga (inciso antes del "que": No es una relación perfecta, puesto que a veces me la juega, pero como nunca llega la sangre al río y normalmente nunca pasa más de un día antes de que nos reconciliemos, creo que la definición está bien empleada) que (ahora sí) tiene la mala costumbre de pensar de cuando en cuando.
Vaya por delante el hecho de que de Sara muchos dicen que es una ingenua romántica idealista (aunque ella prefiere la palabra idiota). En mi opinión, es cierto que tiene la cabeza en las nubes, pero (siempre hay un pero) eso no sería un problema demasiado grave (al menos no para ella) si no fuera porque además tiene los pies bastante bien anclados en tierra. De este modo no es raro que, de cuando en cuando (es decir, cuando le da por darle a la cabeza) sufra crisis de angustia vital.
Hoy me la encontré cuando estaba acabando de leer el periódico, más pálida que de costumbre. Según me dijo, acababa de terminar de leer uno de esos libros de fantasía heroica justo antes (1). Y al parecer, uno de los personajes protagonistas, Geraden, la ha tocado hondo. Me estaba contando que es un tipo torpe como pocos (se cae por las escaleras, choca con las jambas de las puertas, rompe las cosas, tropieza sólo, etc, etc). Luego hizo una disgresión y se puso a explicarme que, si bien el libro es de ese género, los personajes tienen poco de heroicos (visto lo visto con relación al protagonista, no me costó mucho creerlo), aunque luego se ven algo empujados por los acontecimientos.
Tratando el libro de lo que trata, la lucha bien-vs-mal está servida. Por lo tanto tenemos a un tal Eremis, el malo perverso, frente a Geraden, que es la nobleza encarnada: un corazón tan generoso que no le coge dentro, inteligencia sutil, risa fácil, leal como ninguno, toda la voluntad del mundo y... una suerte perra como pocas. (Hasta aquí, la parte de la cabeza en las nubes).
Tras citarme algún que otro párrafo del libro y sin solución de continuidad, me salió con que, si bien el libro trata de esperanza, después de leer el periódico (¿a quién se le ocurre?, ¡por las estrellas!) ella se ha sentido aún más triste y abrumada. Y es que le dio por pensar que de mezquinos Eremis está el mundo lleno, a la vuelta de cualquier esquina. (¿Por qué eres tan villano? Porque puedo), pero que para encontrar un Geraden..... tela.
Entonces ¿qué? ¿Las nobles cualidades sólo existen a nivel platónico? ¿Sólo podemos tener un conocimiento intelectual de las mismas y del bien?
Lo cierto es que la discusión estuvo interesante. Pero conozco a Sara, conozco el brillo ese en sus ojos que aparecía cada vez que hablaba de Geraden. También se que cuando se pone a racionalizar según que cosas, no es más que un modo de intentar eliminar sentimientos que no la conducen a ningún lado. Total, para nada, que cuando de eso se trata, de poco sirve racionalizar más o menos inteligentemente.
Y es que es una putada, encontrar a la persona perfecta para el camino y que no sea de verdad sino de libro. Porque Sara no tendrá mucha cabeza, pero sí la suficiente como para darse cuenta de que es un personaje ficticio y que la realidad es más perversa, de modo que ni el consuelo de la ensoñación le queda.
¿Y yo por qué me he puesto a hablar de Sara? Pues porque es más fácil que tratar de encontrar palabras para la indignación que siento respecto al asunto de lo del Prestigio, barquito de las narices, que con las letras del nombre, se ha terminado de llevar algún otro prestige más (y digo acabado, no nos engañemos, también esos otros prestiges iban ya un poco o un mucho a la deriva); y aunque el barco en sí no tiene la culpa, ya me veo alguna canción de carnaval titulada algo así como "Desprestigio" para hacer la gracia, que maldita sea la misma.
Y sigue lloviendo.
(1).- "La Necesidad de Mordant" de Stephen R. Donaldson.