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Por un cielo de todos y para todos.
Mucho antes de que el hombre fuera hombre ya existía el cielo; Pero no era un cielo como ahora lo conocemos, era un cielo limpio de polución y sobre todo, oscuro cuando era de noche y limpio y brillante cuando era de día.
Hoy todo es muy diferente: El hombre, autoproclamado dueño del mundo y por lo que parece ser, con derecho a destruirlo, ha invertido ese orden natural de las cosas y ya ni el cielo es limpio, ni está libre de iluminación cuando no le toca.
Reconocemos que no es fácil en un mundo superpoblado mantener la lógica de la sabia naturaleza, pero si no hacemos un esfuerzo, nunca podremos más que sea paliar los efectos devastadores en los que sucumbe nuestra civilización.
Los astrónomos aficionados, mermadas nuestras posibilidades debido en gran parte a la falta de recursos económicos, sufrimos quizá más seriamente que nadie las consecuencias de la falta de respeto hacia ese cielo que se nos niega. Nosotros no podemos desplazarnos a una isla en el pacífico tantas veces como queramos para observar el firmamento ni somos tenidos en cuenta a la hora de planificar las luminarias de las zonas públicas en las grandes ciudades y zonas urbanas.
Solucionar un problema que a priori no es fácil debería pasar por la implicación inexcusable de las autoridades competentes. Eliminar las luminarias que producen una gran dispersión de la luz, colocar lámparas que optimicen los recursos energéticos y realizar un meticuloso estudio sobre el exceso de iluminación en grandes ciudades, sería un primer buen primer paso hacia la consecución de un cielo libre de iluminación innecesaria.
Desde esta Web, exigimos la implicación explícita de los órganos competentes para que un cielo oscuro sea una realidad más que un deseo y que las luminarias públicas no supongan un exceso de gasto económico, que cumplan la función para la que fueron diseñadas, que es iluminar el suelo y no el cielo, un cielo que siendo de todos parece sólo de unos pocos.
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