Ni siquiera se cumple con los mezquinos compromisos acordados. Pero es que ya no es sólo una cuestión ética.
Cuesta más dejar que el problema del hambre contínue que solucionarlo. El coste de acabar con el hambre es mucho menor que los beneficios que supondría para la economía internacional, según el
último informe de la
FAO.
Hay 852 millones de desnutridos. Mueren cada año 5 millones de niños por esta causa.
Es inmoral y es antieconómico. A mí con lo primero me basta, la producción mundial global es suficiente para alimentar a todos.
Ahora se añade el aspecto económico. ¿Espabilarán?