Y, cuando eso pasa, sólo queda el
donde dije dije, digo Diego. Pero no es suficiente, no, de este individuo aún hay que escuchar cosas cómo que no espera guerra civil en Irak. ¡Manda cojones! Evidentemente este tipo no ha leído
la Carta de Farnaz Fassihi desde Irak aunque cualquiera hubiera creído que sí cuando
a esta reportera se le han concedido unas vacaciones, por otro lado indudablemente muy merecidas. Ellos dicen que ya previstas con bastante antelación, yo diría que inesperadas.
¿Entonces qué?
La única motivación que queda para tratar de justificar (hipócritamente) la guerra (sí, guerra) de Irak es la de liberar a los irakíes de un tirano. Pero hasta eso hemos hecho deplorablemente,
¿o es que ahora están mejor? Aunque claro, ¿a quién le importa? Son musulmanes y esos, ya se sabe,
son los malos de la película desde tiempo inmemorial.
Pongámonos serios de una maldita vez. Hussein es un criminal asesino y un peligro público, para occidente y para su pueblo. Pero que no me tomen por imbécil; si era eso lo que de verdad querían, podían haberlo sacado de en medio de maneras más sutiles. El gobierno(?) estadounidense es un experto en eso, basta echar un vistazo a la historia reciente y no tan reciente de sudamérica. Esos tan cacareados servicios de inteligencia que, ahora resulta que
se han equivocado. ¡Menudo error! Creería que son unos ineptos si no estuviera convencida de que son una cabeza de turco (hasta el lenguaje!). La cosa es que está de moda echarle a otros la culpa de las propias meteduras de pata. Y, sin embargo, hay una verdad en esto: fue un error, un error que se ha pagado, se está pagando y se va a seguir pagando muy caro, y no me refiero a la subida de precios del petróleo, ese que iba a bajar. Esta es la única motivación que me creo, la que me he creído siempre: la económica. Las demás fueron meras excusas para dotar de moralidad al conflicto. Si es que alguna guerra puede ser moral. Había tres razones para esta guerra: dinero, más dinero y muchísimo más dinero. Y no sólo lo que se ha conseguido es todo lo contrario sino que viene empapado en sangre.
Están muriendo miles de inocentes, cada día es un infierno y una locura en el desierto y en las ciudades, y los verdaderamente criminales, asesinos y peligros públicos están a salvo.
Y ni siquiera eso me importa porque están muriendo inocentes: niños, voluntarios, civiles, soldados.
Va siendo hora de que alguien se ponga a trabajar para paliar tanto como sea posible el daño causado porque repararlo es imposible. ¡Pero que se pongan a trabajar de verdad de una jodida vez! Y basta de excusas. Esa es la única verdad que ahora me importa:
ESTÁN MURIENDO MILES DE INOCENTES.