Este refrán es el titular de un artículo de opinión en
El Periódico, con el que estoy, con ciertas matizaciones, básicamente de acuerdo.
Lo firma
Javier Pérez Royo, Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.
Reproduzco a continuación parte del texto; las negritas son mías.
Aquí el artículo completo (necesita registro).
Después de más de 30 años de experiencia terrorista deberíamos saber que no es ni siquiera legítimo interrogarse sobre el por qué de una acción terrorista. La acción terrorista se produce porque se produce y nada más. Hay que interrogarse sobre la naturaleza de la acción terrorista, porque la respuesta a dicho interrogante es indispensable para combatirlo con acierto. No es lo mismo combatir a ETA que combatir a Al Qaeda. Pero no tiene sentido interrogarse sobre el por qué de la acción terrorista de la una o de la otra ni derivar responsabilidad alguna de la misma hacia un Gobierno, sea el que sea.
(...)
La guerra de Irak no debería haber tenido lugar. No ha sido una guerra de necesidad, como fue la primera guerra del Golfo, sino una guerra de elección, y de elección equivocada. Ni antes de la guerra, ni mucho menos después, se ha podido encontrar una sola razón que justificara la decisión. Y además se hizo violentando la legalidad internacional de manera alevosa.
No es admisible que se le diga ahora a un pueblo, como el español, que estuvo de manera casi unánime en contra de la guerra y que tenía razón al estar en contra, que carece de valor porque no sigue apoyando con tropas una decisión equivocada adoptada por Gobiernos mentirosos. El argumento es sencillamente repugnante, tanto desde una perspectiva moral como política.
La estrategia que se está siguiendo en Irak está marcada por un vicio de origen. Y hasta que no se reconozca así y se corrija, no habrá manera de poner en marcha una estrategia correcta. Esto es lo que significa la propuesta que ha reiterado José Luis Rodríguez Zapatero en la campaña electoral y confirmado tras su victoria. No es una propuesta de retirada en todo caso, sino que es una propuesta de retirada condicionada a que sean las Naciones Unidas y no Estados Unidos quienes definan y controlen la operación.
Y EN ESTO tiene toda la razón. La presencia de las tropas españolas en Irak fue consecuencia de una decisión gubernamental y no de una decisión parlamentaria y fue adoptada al margen de la legalidad internacional. Tanto el derecho internacional como el derecho interno han sido violentados. Y esto es lo primero que tiene que ser restaurado. Sin un mandato claro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y sin un mandato claro de las Cortes españolas las tropas no deben permanecer en Irak.
(...)
(J. L. R. Zapatero) Estuvo en contra de la guerra desde el principio y anunció desde el principio que no compartía la decisión de enviar tropas y que las retiraría, a menos que tuvieran un mandato de Naciones Unidas. No ha dicho ninguna mentira y ha hecho pública su decisión mucho antes del 11-M.
(...)
Prudencia no es cobardía, dice el refrán. Prudente y no cobarde ha sido la propuesta de José Luis Rodríguez Zapatero. Prudente, porque ha condicionado la retirada de las tropas a la decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, esto es, a la restauración de la legalidad internacional. Prudencia que no sólo no es cobardía en este caso, sino que exige una muy buena dosis de valentía, en la medida en que a nadie se le oculta que va a tener que soportar presiones muy fuertes de estados muy poderosos. Hace falta una notable dosis de valentía para iniciar un mandato de esta manera. Para disentir de Estados Unidos no hace falta menos valor que para enfrentarse con Al Qaeda.